Es preciso aclarar que existen dos cuestiones previas, la primera de ella, que se trata de relatar esas veleidades de nuestros gobernantes, de intrigas de palacios, de luchas intestinas, de infidelidades, que podría llevarnos a pensar de uno de los más fantásticos capítulos de la serie televisiva Juego de Tronos. No obstante, no es así, porque cualquier parecido a la realidad se queda “corto, corto, corto”.
Como segundo aspecto, además de una breve referencia a sus historias, se destaca de Juan II y de Muhammad IX su intensa relación con Jimena de la Frontera, ya que tanto uno como el otro, ganaron y perdieron una vez esta villa para sus respectivos reinos en el tiempo que estuvieron en el poder.
De la siguiente forma comenzamos con Juan II, Rey de Castilla y León, que tuvo un largo reinado, que comienza a la temprana edad de un año, de forma interrumpida desde el 1406 hasta 1454. Era hijo de Enrique III y Catalina de Lancaster, perteneciente a la Casa de los Trastamara. Su reinado estuvo marcado en un principio por la regencia compartida de su madre y de su tío, el Infante Don Fernando, futuro rey de Aragón, que durante el tiempo de regencia tomaría Antequera y sería conocido como el “Antequerano”.
Con tan sólo tres año ocurre un hecho que le marcaría para siempre, entra de paje a su servicio el joven Álvaro de Luna, que se convierte en su favorito, llega a ser la persona con más poder en la primera mitad del Siglo XV en Castilla, se dice de Juan II que era un fino intelectual, pero no apto para el poder, de ahí la facilidad para que su favorito lo manipulase fácilmente, también que estaba fascinado por su válido, del que cuenta las malas lenguas que llegaron a compartir cama y asuntos de estado.
De sus primeras nupcias, con su prima María de Aragón, tendrá un hijo varón, el futuro Rey Enrique IV el Impotente, que gobernaría durante dos décadas. Para que, de su segunda nupcias, fruto de su segunda mujer, María de Portugal, naciera la futura reina, Isabel la Católica, que será quién tome definitivamente Granada.
Juan II, tras una vida intensa, lleno de intrigas, de períodos de guerra y de treguas, tanto de carácter interno, con Reino de Granada, así como con los restantes reinos cristianos de la península, en el final de su vida, instigado por su última esposa, María de Portugal, manda ejecutar a su favorito, Álvaro de Luna, que le provoca una enorme tristeza que no llega a superar y muere en 1454, tan sólo un año más tarde, con una frase que deja para la posteridad:
La historia de Muhammad IX, conocido como al Aysar (el zurdo), nieto de Muhammad V, comienza cuando rompe la línea sucesoria legítima y usurpa el trono a Muhammad VIII “el Pequeño”, su sobrino. Éste último era el heredero de Yusuf III el último gran sultán del reino nazarí.
El Aysar recibió el apoyo de los Abencerrajes, hacia mediados de 1419 para llegar al poder, nombrando como visir a uno de sus dirigentes que había organizado la sublevación, Abu l Hayyay Yusuf b. al Sarray. De esa forma la familia Banu Sarray va a desempeñar un papel influyente en la vida política del reino nazarí, en constante lucha con el clan Banu Bannigas, que provocarían luchas internas encarnizadas y facilitaría tanto la toma por parte de los cristianos del reino.
De las intensas revueltas interiores, así como la alternancia de periodos de guerra con Juan II y periodos de treguas, a cambio de la pesada carga para su reino, con el pago de unas parias de mucho oro, que le llevarían a pasar por cuatro periodos de reinados distintos hasta 1453, que fue degollado por su rival. Tanto es así, que la política de sustituir los sultanes granadinos, con la intervención del reino castellano, apoyando a uno y otro candidato, se venía practicando desde el Siglo XIV, acrecentada en el XV.
Los sultanes podían tener hasta cuatro mujeres distintas, que estaban emparentadas con los distintos clanes de poder, donde residían parte de los apoyos con los que contaban, jugaban con poner las esposas a los sultanes, para con su descendencia llegar a los resortes del poder. Tan usual, como el destierro de hermanos, en fortalezas como la de Salobreña, dedicada a ello, hasta que era llamado a ocupar su lugar en el poder.
Entre esas sultanas con poder, destaca del reinado de Aysar el poder adquirido por Zahr al-Riyad, con el tratamiento de reina por los reyes castellanos y aragoneses. Así como su hija, Aisha, madre de Boabdil, último rey granadino y su famosa frase, al contemplar Granada desde “el suspiro del moro”:
“Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre”
Con respecto a la relación de ambos reyes con Jimena, no retraeremos a 1429, cuando al-Sarray se las ingenió para restablecer a Muhammad IX en el poder, encancerlado a Muhammad VIII, “el Pequeño”, en Salobreña. Era su segundo período en el poder, después de haberlo perdido en 1427. Fue cuando, dentro de esa intensa relación de Juan II con su condestable Álvaro de Luna, decidieron proseguir la política de Fernando de Antequera. Para ello dividen el territorio el liza en cuatro sectores, Murcia, Jaén, Ecija y Jerez.
De tal manera que el primer año de la guerra de este periodo, en una noche de tempestad de marzo de 1431, el mariscal Pedro García de Herrera, al mando en la zona jerezana, tomaba por asalto la villa de Xemina, obtenida por sorpresa de forma brillante. Se trataba de la pérdida de una importante fortaleza fortificada del reino nazarí, extrayendo un rico botín, además de debilitar las defensas e la línea del Estrecho, tan importante para la supervivencia del reino.
Sea por el motivo que fuese, ya sea por la participación de espías nazaries de la línea legítimista, o para evitar cualquier subversión de los Bannigas, no se conocen fuentes árabes que lo puedan contrastar, lo cierto es que pocos semanas desde la toma de esta villa, el Aysar manda ejecutar a Muhammad VIII en su prisión de Salobreña.
Xemina se constituirá una punta de lanza cristiana el territorio nazarí, que propiciaría la caída de Castellar de la Frontera, tres años más tarde, en el que sería el tercer reinado de Muhammad IX, realizada por el Alcaide de Xemina, Juan de Saavedra, que demuestra la importancia que tuvo la previa toma de Xemina en 1431.
Ya en la última etapa de reinado de Aysar, el 10 de marzo de 1448, una hueste de cristianos, procedentes de Jerez, así como buena parte de la guarnición de Xemina, entró en tierra nazarí por la parte de Estepona hasta Marbella y el Río Verde, al mando de Saavedra y de un caballero del Duque llamado Ordiales. Al regresar se encontraron con gran contingente de tropas granadinas y sufrieron una severa derrota, que los aniquiló, el suceso quedó reflejado el bellísimo romance "Rio verde, río Verde".
El último episodio que relaciona Xemina con Juan II y Muhammad IX, se produce ya casi en el final de sus reinados respectivos, se produce con la recuperación de la villa por parte de los nazarí, en el año 1451, aunque no queda precisado en los datos de forma exacta, se supone que ocurre en el mes de septiembre, que marca el fin de la primera y breve época de dominio cristiano, aunque denota la importancia de la fortaleza, porque los castellanos no se resignaron a su pérdida y hubo un intento fallido por recuperarla en 1452, por parte del Duque de Medina Sidonia.
No pasaría mucho tiempo de la definitiva caída de la Xemina nazarí por parte de huestes cristianas, aunque eso es ya otra historia, puesto que se produciría en 1456, una vez muertos Juan II, Rey de Castilla y León y Muhammad IX, el Aysar, Sultán de Granada. Es obvio, que durante el tiempo de estos largos reinados, Jimena de la Frontera se convirtió en una fortaleza conocida y de importancia en la península, que estuvo muy presente en los círculos que generaban los resortes del poder en ese tiempo.
Extraído de su blog Andalucía y la educación
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